domingo, 13 de enero de 2013

LIMA

Siempre que vengo a Lima encuentro algo nuevo. Algo que demuestra que la capital crece a un ritmo acelerado. A un ritmo que no es el de otras regiones del país. Lima, la ciudad de 10 millones de habitantes, la congestionada, la calurosa, la pujante y enigmática, muestra su mejor rostro en la segunda década del siglo XXI. Concesionarias de las mejores marcas automotrices, hipermercados de capitales nacionales y extranjeros cada 5 kilómetros a la redonda, cadenas de farmacias, de comida rápida, de aerolíneas y de hoteles. Precios baratísimos. Calidad de vida en aumento. Son algunos de los factores que hacen de Lima una ciudad de las oportunidades. Con un mercado en crecimiento y con miles de oportunidades de negocio, Lima parece, cada vez más, alejarse del resto del Perú y convertirse en una ilusión de progreso para el resto de peruanos. En los últimos días he recorrido Lima de arriba a abajo. Distritos como San Borja, Surco, San Miguel, San Isidro, La Molina, Miraflores y Jesús María han triplicado el precio de sus departamentos en los últimos 10 años. Es una locura. El déficit de vivienda que existe en Lima es del 15%. El consumismo es pan de cada día. Sin embargo, en las zonas alejadas a los distritos mencionados, la pobreza se hace más notoria. Niños trabajadores, mujeres pidiendo dinero en las unidades de transporte, incapacitados físicos esperando una ayuda en las veredas, son algunos de los ejemplos que se puede apreciar. Precariedad en las viviendas, delincuencia, desnutrición, orfandad, basura en las calles, falta de orden y de obras públicas son otros ejemplos. La oportunidad laboral es del 35%. Trabajo hay. Lo que no hay son oportunidades para los más pobres. A pesar de los esfuerzos del gobierno de Humala con los programas sociales para ayudar a los estudiantes escolares y universitarios, aún existe un 10% de deserción escolar. Un taxista en una buena jornada laboral puede ganar hasta 100 soles (descontando el combustible, 30 o 40 soles en promedio, es un monto bastante aceptable). La Municipalidad de Lima Metropolitana está luchando por formalizar el transporte público al 100% y un paso importante fue lo del bono chatarrero y la no circulación de vehículos con más de 10 años de antigüedad. La discriminación, ciertamente, ha disminuido en los últimos años, a pesar de uno que otro reportaje sobre este tema en los medios nacionales. Lo que quiere decir que el peruano promedio entiende que el país es una mezcla de razas, credos y colores. Lima es una ciudad de monumentos históricos, construcciones arquitectónicas de españolísima creación y vías amplias. De líneas de transporte masivo que unen el Callao con distritos como San Martín de Porres y Comas. Una ciudad que apuesta mucho por la publicidad y el marketing (y eso se demuestra en la infinidad de estructuras publicitarias que existen a lo largo y ancho de la capital). Los que más invierten son los hipermercados. Aunque las personas son un tanto cautas y distantes, la sociedad confía, cada vez más, en sus autoridades. Mención aparte merece el tema de la revocatoria, el cual, según algunos expertos, tiene la intención de desprestigiar a la izquierda con miras a las elecciones generales del 2016. Ayer leí a JDC en twitter, quien decía que AGP sería el creativo de la campaña por el SI. Aunque otros, sin fundamentos de por medio, mencionan a LCL como el principal interesado en la salida de Villarán. Aceptémoslo, el “mudo” hizo obras que los limeños recuerdan y añoran, pero Susana ha reconocido sus errores y sus armas de campaña son el orden y obras públicas de calidad (gracias a Favre, quien cobra, según otros expertos, 150 mil dólares). Particularmente estoy en contra de la revocatoria. Si la mayoría elige a una autoridad, lo correcto es dejarle trabajar. Ahora si Lima estaría bajo un régimen dictatorial y derrochador, entonces sí, revoquémosla. Los indicadores de pobreza, según datos estadísticos más confiables que el INEI, Lima Metropolitana tiene un índice de pobreza del 22%. La falta de acceso a los servicios básicos (energía eléctrica, agua potable, alcantarillado) y la ausencia de un plan de desarrollo concertado y a largo plazo siguen siendo los dos aspectos esenciales para mejorar como sociedad y como país. Así es Lima, la ciudad de la comida chatarra y de los semáforos inteligentes. La ciudad de las oportunidades y de la buena educación, de las filas tediosas en Essalud y del emoliente.