lunes, 10 de diciembre de 2012

¿Y SI MAÑANA FUESE EL FIN DEL MUNDO?

¿Y si mañana fuese el fin del mundo? Hace varios años atrás esto no parecía una locura. Era más bien algo cotidiano, algo de todos los días. Ya en el 2000, cuando algunos decían que sería el fin del mundo, la histeria colectiva se apoderó de ciertos sectores religiosos. Quizá yo tenía unos 6 años cuando una amiga mayor que yo me dijo que el fin del mundo sería el año 2000. Era, claro está, el inicio de un nuevo siglo. Según algunas predicciones y algunos hombres de carne y hueso, que para algunas personas eran visionarios y hasta tocados por Dios, el fin del mundo llegaría con el inicio del siglo XXI.
 
¿Pero qué paso cuando rebasamos la frontera de la década del 90 para ingresar a un nuevo siglo? Hasta el día de hoy nada. Pasamos el año 2000 y los años siguientes sin novedades, salvo algunos terremotos, tsunamis y huracanes (que dicho sea de paso nunca faltan), la tierra no desapareció ni se destruyo. Continua en un proceso de cambio climático si, pero no de preocupación. Según los Mayas, el fin del mundo sería el 21 de diciembre de este año, fecha para la cual muchos han construido bunkers y refugios subterráneos. Hace algunos días se publicó en Facebook que la tierra entraría el 21 de diciembre en un cinturón fotónico durante 3 días.
 
Esto, según algunos científicos, es el inicio de una nueva era para el planeta tierra y es un proceso que se da cada mil años. Nada de extraordinario, salvo que seremos testigos de ese cambio (si es que se da). Ya sabemos que Facebook es una red social cuyas predicciones no siempre son las más acertadas. Según la biblia: “nadie sabe el día ni la hora, ni el hijo de Dios”. El fin del mundo es una leyenda urbana que ha recorrido el mundo durante cientos de años para motivar preocupación y conciencia de lo que está haciendo la humanidad. De seguro muchos estarán pensando cuantos pecados han cometido durante su existencia, y hay quienes hasta cambiarán de religión para no quedarse fuera de la tierra prometida.
 
Lo cierto es que el fin del mundo no tiene fecha exacta, porque nadie sabe qué pasará mañana ni en 1000 años, y esa no es una visión, sino el uso de la lógica. Solo espero que el fin del mundo llegue con un cambio positivo para la humanidad. Si tenemos que sucumbir para dar paso a una nueva generación de humanos con mayor conciencia sobre los recursos naturales y el cuidado del medio ambiente, lo haremos. Porque, valgan verdades, la humanidad ha llegado a un punto de no importarle nada: ni el medio ambiente, ni la vida, ni la contaminación de las industrias. ¿Qué estamos haciendo para frenar el efecto invernadero? ¿Qué estamos haciendo para no destruir la tierra? Son preguntas que cada uno de nosotros deberíamos respondernos diariamente.
 
Si el fin del mundo fuese mañana, de seguro me atraparía con mi familia, mis amigos y mis pensamientos de libertad y esperanza. Pensamientos que nunca han dejado de pasar por mi mente y que se han convertido en una filosofía de vida. Si tendría que perecer en un desastre natural, en un frio de varios grados bajo cero, en un aluvión, en un maremoto, en un terremoto de magnitudes insospechables, en un tsunami o en cualquier otro tipo de desastre, lo haría sabiendo que mi relación esta en buenos términos con el creador, a quien siempre lleve presente en mi vida a pesar de mis errores y defectos como persona.
 
No hay nada mejor que estar seguro de lo que uno quiere en la vida y vivir el día a día con optimismo, confianza y seguridad. Honestamente no creo que el fin del mundo sea mañana, ni pasado ni el 21 de este mes. El fin del mundo llegará en algún momento, pero no ahora. Solo el creador del mundo sabe cuándo. No queda más que seguir viviendo y tratar de ser mejores personas. Apoyar a los desvalidos, a los caídos, a los que menos tienen. No ser altaneros ni soberbios. No robar, no matar, no engañar a las personas que nos aman. En resumen, ser mejores personas y esperar la voluntad de Dios para nuestras vidas. Ese es el mejor fin del mundo y de nuestra existencia.       

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