Hace tres semanas nació Gianluca, mi tercer
hijo. Su llegada a este mundo trajo alegría, paz y esperanza para mí y su
madre. Esperanza de que algún día Gianluca pueda ser un líder y un agente de
cambio de este mundo tan desgastado y devastado por la violencia, el egoísmo,
la corrupción y la maldad. Pesó poco menos de tres kilos. Es un flaco largo,
dijo mi madre. Y si, cuando nació era largo y flaco como un lápiz. Hoy, varios
días después, Gianluca pesa casi 3 kilos y está más guapo que nunca. Su mamá le
dice así, guapo. Y yo, como buen padre, no puedo refutar las afirmaciones de su
progenitora. Los dedos de sus manos son largos y sus ojos color caramelo. La
tez de su piel es blanca como azúcar refinada.
Tiene el carácter de su padre, pues protesta y lucha si no consigue lo que quiere. En este caso, el seno de su madre. Suele dormir hasta las 6 de la mañana, después de tomar leche entre las 3 y 4 de la madrugada. Su mamá es mi heroína, pues se levanta a la hora que sea para amamantar a Gianluca. Yo trato de apoyarla lo más que puedo, aunque, casi siempre, el sueño y el cansancio me vencen. Me parece que le gusta ver la televisión, aunque no abre mucho sus ojos. Esboza una leve sonrisa cuando le doy cosquillas en las costillas. Es como tener un muñeco de carne y hueso. Eso sí, orina muy seguido y hay que cambiarle el pañal constantemente (y aveces orina después de sacarle el pañal).
Su hermana, Tiffany, está feliz con la llegada de Gianluca. Hace tiempo nos pedía a mí y a su madre un hermano, ya que en su salón la mayoría de sus compañeros tienen hermanos. Tiffany tiene 6 años y es una niña muy inteligente, desenvuelta y obstinada. Esto último lo heredó de su madre. Cuida a Gianluca a su manera, es decir dándole besos cada vez que se pone a llorar. Si por ella fuera, lo llevaría a pasear junto a sus barbies. Cuando veo a Gianluca veo muchos rasgos de mi padre y del padre de Diana. Aquella piel arrugadita está empezando a tomar forma a medida que toma y toma la leche de su madre. Los allegados a la familia dicen que Gianluca es muy lindo, es algo así como un estrella en el firmamento.
Honestamente, y no es porque sea su padre, Gianluca me parece un bebé muy guapo. Cuando nació Tiffany el año 2006, tenía unos labios rojos carmesí, era blanca como la harina y pequeña como su hermano, aunque bastante menos larga. A mis 21 años me convertí en padre por primera vez, sinceramente no estaba preparado, pero lo asumí como un reto en mi vida. Reto que he sabido superar con creces gracias al apoyo de mis padres. Lo que trato de decir es que cuando vino al mundo Tiffany, mis preocupaciones eran mayores por las responsabilidades que conllevaba tener un hijo. Tenía que generar más dinero para solventar sus gastos y mis gastos. No fue fácil porque me separe de su madre y tuve que pasar pésimos momentos emocionales.
Después de varios años volví con su madre y encargamos a Gianluca, quien ha traído dicha y alegría al hogar, además de motivación y esperanza. Las noches ya no son las mismas, tampoco los fines de semana. Antes la preocupación era la agenda de entretenimiento del weekend, ahora lo son los pañales y la leche. La lluvia empieza a caer en Iquitos y escucho el llanto de mi heredero a lo lejos. De seguro quiere tomar leche. Su madre me mira sonriente porque sabe que le toca alimentar a su hijo. Yo debo dejar de escribir estas líneas y sumergirme en mi re-estreno como padre, ya que, aunque cuesta mucho, vale la pena cada minuto y hora que se pasa al lado de los hijos. Gracias Gianluca por existir y por darme un motivo más para vivir. Te amo.
Tiene el carácter de su padre, pues protesta y lucha si no consigue lo que quiere. En este caso, el seno de su madre. Suele dormir hasta las 6 de la mañana, después de tomar leche entre las 3 y 4 de la madrugada. Su mamá es mi heroína, pues se levanta a la hora que sea para amamantar a Gianluca. Yo trato de apoyarla lo más que puedo, aunque, casi siempre, el sueño y el cansancio me vencen. Me parece que le gusta ver la televisión, aunque no abre mucho sus ojos. Esboza una leve sonrisa cuando le doy cosquillas en las costillas. Es como tener un muñeco de carne y hueso. Eso sí, orina muy seguido y hay que cambiarle el pañal constantemente (y aveces orina después de sacarle el pañal).
Su hermana, Tiffany, está feliz con la llegada de Gianluca. Hace tiempo nos pedía a mí y a su madre un hermano, ya que en su salón la mayoría de sus compañeros tienen hermanos. Tiffany tiene 6 años y es una niña muy inteligente, desenvuelta y obstinada. Esto último lo heredó de su madre. Cuida a Gianluca a su manera, es decir dándole besos cada vez que se pone a llorar. Si por ella fuera, lo llevaría a pasear junto a sus barbies. Cuando veo a Gianluca veo muchos rasgos de mi padre y del padre de Diana. Aquella piel arrugadita está empezando a tomar forma a medida que toma y toma la leche de su madre. Los allegados a la familia dicen que Gianluca es muy lindo, es algo así como un estrella en el firmamento.
Honestamente, y no es porque sea su padre, Gianluca me parece un bebé muy guapo. Cuando nació Tiffany el año 2006, tenía unos labios rojos carmesí, era blanca como la harina y pequeña como su hermano, aunque bastante menos larga. A mis 21 años me convertí en padre por primera vez, sinceramente no estaba preparado, pero lo asumí como un reto en mi vida. Reto que he sabido superar con creces gracias al apoyo de mis padres. Lo que trato de decir es que cuando vino al mundo Tiffany, mis preocupaciones eran mayores por las responsabilidades que conllevaba tener un hijo. Tenía que generar más dinero para solventar sus gastos y mis gastos. No fue fácil porque me separe de su madre y tuve que pasar pésimos momentos emocionales.
Después de varios años volví con su madre y encargamos a Gianluca, quien ha traído dicha y alegría al hogar, además de motivación y esperanza. Las noches ya no son las mismas, tampoco los fines de semana. Antes la preocupación era la agenda de entretenimiento del weekend, ahora lo son los pañales y la leche. La lluvia empieza a caer en Iquitos y escucho el llanto de mi heredero a lo lejos. De seguro quiere tomar leche. Su madre me mira sonriente porque sabe que le toca alimentar a su hijo. Yo debo dejar de escribir estas líneas y sumergirme en mi re-estreno como padre, ya que, aunque cuesta mucho, vale la pena cada minuto y hora que se pasa al lado de los hijos. Gracias Gianluca por existir y por darme un motivo más para vivir. Te amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario