martes, 23 de octubre de 2012

DÍA DE LA DIGNIDAD LORETANA

Mañana miércoles 24 de octubre se celebra el día de la dignidad loretana y por tal motivo el Frente Patriótico de Loreto (FPL) está convocando a una paralización de 24 horas. Hace 14 años, el pueblo loretano alzo su voz de protesta por el “tratado de paz” entre Perú y Ecuador que beneficiaba al país del norte con un kilometro cuadrado y dos enclaves en Pijuayal y Saramiriza, respectivamente. Los actos de corrupción del segundo gobierno de Alberto Fujimori eran evidentes y el pueblo peruano estaba sumamente indignado por el transfuguismo de congresistas (previo arreglo en la salita del SIN con Vladimiro Montesinos) a las filas fujimoristas. La maquinación de un re-relección y la injerencia de Montesinos en el gobierno y los vínculos de este con el terrorismo y el narcotráfico terminaron por desatar la sublevación en el oriente peruano.



Loreto ardió el 24 de octubre de 1998, yo tenía 12 años y fui testigo de cómo un pueblo enardecido se levantaba contra el gobierno más corrupto que el Perú ha tenido en los últimos años. En la histórica plaza 28 de julio centenares de personas pugnaban por hacer justicia con sus manos contra Tomas González (en aquel entonces presidente del CTAR) y el ministro de Estado Villanueva Ruesta (cómplice del corrupto gobierno fujimorista), ambos osaron celebrar la firma de la paz con Ecuador en el hotel Rio Grande (hoy Royal Inn) provocando la ira de propios y extraños. La turba lanzaba bombas molotov a las lunas del céntrico hotel y amenazaban con ingresar por la fuerza. Las garantías personales, en ese momento, habían quedado de lado y la anarquía reinaba en la ciudad. Los cobardes Tomas Gonzáles y Villanueva Ruesta se disfrazaron de policía y bombero, respectivamente, y huyeron en un carro de la policía, atropellando en el trayecto a una mujer y su hijo de 5 años.


Después de este oscuro episodio la furia de los testigos del hecho sobrepaso las barreras de la cordura y empezaron a saquear tiendas, chifas e instituciones públicas y privadas. Los piquetes ingresaron al Palacio de Justicia de Loreto y quemaron expedientes, cargando con artefactos, muebles y todo lo que encontraban en su paso. El toque de queda estaba dado, la policía estaba en las calles pero los efectivos policiales no eran suficientes para contrarrestar la situación. En diferentes puntos de la ciudad se registraban desmanes, saqueos y asaltos. En aquella época Iván Vásquez era alcalde de Maynas y sin embargo no había una disposición de su parte por aunarse a la lucha contra la corrupción del gobierno fujimorista. Su gobierno como alcalde tuvo más desaciertos que aciertos y posteriormente postularía a la presidencia del GOREL por las filas de Fuerza Loretana.


A pesar de los 5 muertos registrados aquel fatídico día, los loretanos entendieron cual era su real capacidad de lucha. Hoy, Iquitos es un pueblo pacífico, como un volcán. Es una ironía, pero la fiesta se lleva en paz, por el momento. Estoy seguro que de ser el caso, los loretanos no dudarían ni un segundo en levantarse si ven vulnerados sus derechos y su soberanía. La paralización de mañana nos recuerda la lucha del pueblo loretano contra las malas prácticas gubernamentales y la búsqueda de mejoras para una región sin infraestructura vial interprovincial, sin energía eléctrica barata, sin agua potable de calidad, sin pistas en buen estado, con distritos y provincias con más del 40% de pobreza, con serias deficiencias en internet, telefonía fija y móvil; con educación y salud en condiciones deplorables y con altos índices de corrupción en las obras que ejecutan tanto el GOREL como los gobiernos locales.


Es cierto que una paralización de 24 horas no resuelva los problemas mencionados que no son de hoy ni de ayer sino de varios años. Y aunque las comparaciones son odiosas, Cajamarca demostró cómo se debe exigir al gobierno que dé marcha atrás cuando un proyecto, con la excusa de mejorar la economía del país, intenta beneficiar a las grandes transnacionales en desmedro del medio ambiente. Loreto esta lotizado a las compañías petroleras y las comunidades indígenas viven en la miseria y el abandono, con ríos contaminados y con escasez de alimentos y energía eléctrica, lejos de la civilización y el apoyo de las autoridades. Quien puede decir que no es justo reclamarle al gobierno por el incumplimiento de sus promesas y por su ineficiencia como tal en un país que macroeconómicamente anda en azul pero que a nivel micro ostenta groseras deficiencias. Para nadie es un secreto que el Perú anda bien, pero el mal uso de los recursos es lo que preocupa a todos.

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