viernes, 12 de septiembre de 2008

DIOS ES PERUANO

“Es el mejor final que me ha tocado narrar de un partido”. Con estas efusivas y elocuentes palabras el narrador de CMD trataba de reflejar la alegría que embargaba a toda una nación ante el agonizante empate con Argentina. La gente en las graderías del monumental saltaba, cantaba, gritaba y se regocijaba del empate con sabor a victoria. Abajo, en el campo de juego, Chemo del Solar corría por el césped saludando a los jugadores argentinos. Un apretón de manos con Zanetti, un abrazo con Messí y un beso con Riquelme. La barra peruana no cabía en su pellejo de la algarabía. Era increíble lo que se había presenciando en el minuto 93 de juego. “valen un Perú carajo”. se escuchaba decir a algunos hinchas desde la tribuna preferencial.

La selección le gano a una deslucida y opacada Argentina. Los muchachos impusieron una férrea marca y una feroz ofensiva. Por primera vez en muchos años vi a un grupo de profesionales del fútbol decididos a ganar. El miedo, la falta de ganas, el conformismo, todo eso fue lo que no se vio en estos once guerreros. A falta de nombres como Pizarro, Farfán y Acasiete, jóvenes valuarles del balompié como Carlos Zambrano y Daniel Chávez demostraron que tiene huevos (y muchos) para lucharla hasta el ultimo minuto. Extraordinario lo del “loquito” Vargas, fenomenal, se la paso todo el partido recuperando bola, haciendo pases, probando al arco. Bien decía el comentarista de Meridiano, “por algo la Florentina pago 12 millones de euros”.
Johan Fano, quien juega actualmente en Colombia, a pesar de no tener cualidades natas de un delantero mostró pundonor, coraje y empuje para conseguir la anotación cuando el partido moría, cuando la gente se levantaba de sus asientos para irse con la cabeza gacha (otra vez) a sus casas, cuando los comentaristas de ATV, AMERICA y CMD se preparaban para exponer excusas de la perdida, cuando Chemo elocubraba su discurso de derrota, cuando 27 millones de habitantes se preguntaban ¿Por qué?, es como una maldición que nos acecha, cuando todos decían porque a nosotros si la lucharon hasta el final. Muchos habrán pensado (sino todos) que el resultado era injusto, que nos robaron el partido, que en el Perú puede existir de todo pero menos un Dios.

Ahí, cuando ya la gente había perdido la fe en su selección y se aprestaba a olvidar un nuevo declive, ahí apareció un muchacho que a base de esfuerzo y amor propio (a él y a su país) enseño que los partidos no se ganan con nombres sino con hombres. Un muchachito con aspiraciones quien se gano el cariño y el respeto de la trinchera norte para luego enrumbar al calcio italiano, un joven con proyecciones y disciplina, un referente de lo que verdaderamente es nuestro fútbol. Juan Manuel Vargas se metió el Perú al bolsillo en un minuto. Con el pelo largo, los ojos achinados, la binchita negra soportando su larga melena y su clásica barbita, el loquito hizo que el Perú volviera a sonreír (y a nacer).

Esa corrida por la banda izquierda del campo hasta dar el pase final a Fano mantuvo en vilo a todo el país. Que corrupción ni que ocho cuartos la única consigna en ese momento era empatar (al menos). Cuando Johan la metió, exploto el delirio y el júbilo en la gente. Nunca viví un partido tan intensamente como el miércoles, y aunque aun falta mucho por jugar, creo que con este equipo se puede luchar hasta el final. Para terminar este texto, lo único que puedo acotar es que Dios si existe y es peruano.

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