Por un simple razón. En el fondo encierran una serie de promesas que tienen como propósito calmar las ansias y necesidades inmediatas de las masas. Como todos los años, celebrando un año más de la independencia del Perú, el mensaje presidencial es obligatorio y hasta necesario en esta época de crisis económica. El “chorreo” se ha sentido más que nunca en el segundo gobierno de Alan García (porque solo ha hecho eso, chorrear). La política neoliberal del gobierno aprista ha traído serios (y penosos) altercados entre gobernantes y sociedad civil. Un gobierno que ha dado prioridad a la inversión pública en mayor cantidad de millones, es cierto, pero dejando de lado muchos otros problemas como: la integración intercultural, las minorías étnicas, los contratos injustos de explotación de tierras, la escasez de salarios competitivos, la falta de promoción de créditos para microempresas, la falta de implementación de tratados de comercio interno, la “mal llamada” seguridad social, la falta de articulación entre gobierno central y gobiernos regionales y locales para un plan de desarrollo conjunto (todo por las diferencias políticas), el alarmante índice de la pobreza, la “mala costumbre” de la dedocracia, el deficiente seguro social, la mala educación en las escuelas, la falta de trabajo y autonomía para las regiones, y así se podría seguir hasta acabar el post.
Este gobierno ha mostrado su verdadera cara en más de una oportunidad. Lo último fue el “faenon” de Rómulo León, Augusto Quimper, Jorge del Castillo y demás compañeros. El nombramiento de Velásquez Quesquen como primer ministro (se le caía la baba por serlo) nos da un claro ejemplo de que García se siente mejor en familia. Yehude Simón intentó, desde su visión socialista, entablar diálogo permanente con la gente que exigía - con justo derecho - al gobierno mejoras en el aspecto social (y por ende económico). Nada de eso sucedió. García prefiere ampararse en una política de estado que esta normada por leyes abusivas y en ocasiones innecesarias que vulneran los derechos de la gente. El enfrentamiento entre las fuerzas del orden y los nativos de la Amazonía llenó de sangre los titulares y las páginas de los principales medios escritos. Fuimos la sensación mundial por un “cuarto de hora” (por la falta de respuesta del gobierno a un problema que “como siempre” se pudo haber evitado de no tener autoridades soberbias y tercas). El Perú esta cansado de fracasos, no solo deportivos, sino también políticos, económicos y sociales. Hemos permitido que muchos usen a la nación como “conejillo de indias” para sus experimentos políticos. Hemos dejado que la clase política se llene los bolsillos de dinero tras cinco años de no hacer nada.
La política se ha convertido en la nueva forma de hacerse millonario en poco tiempo (sin necesidad de jugar la “tinka”). Los discursos han invadido la tranquilidad pública como los programas de televisión en esta ciudad. Nos gobiernan incompetentes y vulgares ladrones. Los apristas se pelean con medio Perú por creer que Haya de la Torre posee la verdad absoluta en sus libros y su ideología (la gotita milagrosa para la crisis peruana). Alan García ha mutado a una clase política distinta a las locuras que nos mostró en su primer gobierno. Un ex militar (algo loco), un ex presidente y economista (que vive fuera del Perú), otro ex presidente (y ladrón para variar) y una mujer (algo obesa) quieren llegar a la Palacio de Gobierno (sin tener en cuenta que puede aparecer algún “outsider” como ya es costumbre en nuestro país, ¿si o no Donayre? Todos ellos siempre salen con discursos. Palabras rebuscadas, inciertas, mentirosas que onnibulan a la gente. Vivimos del discurso diario (FRASES CÉLEBRES): “mañana será otro día”, “el próximo gobierno será mejor”, “elegimos mal”. Lo que veo es que en cada gobierno siempre hay un grupo de personas que viven muy bien por un “lustro” de tiempo. Nuevos millonarios que arreglan sus casas, compran propiedades, vehículos, se vacilan en fiestas sociales, tienen platillos variados en el menú para cada dia, viajan al extranjero – con familia incluida – de vacaciones, tiene privilegios para trámites burocráticos, viven de la “vara”, y se dan el lujo de utilizar los recursos del estado para sus necesidades inmediatazas (sea cual sea la razón, así sea para la amante).
¿Por qué le dicen discurso? Pues porque hemos permitido que nos den discursos por mucho tiempo.
Este gobierno ha mostrado su verdadera cara en más de una oportunidad. Lo último fue el “faenon” de Rómulo León, Augusto Quimper, Jorge del Castillo y demás compañeros. El nombramiento de Velásquez Quesquen como primer ministro (se le caía la baba por serlo) nos da un claro ejemplo de que García se siente mejor en familia. Yehude Simón intentó, desde su visión socialista, entablar diálogo permanente con la gente que exigía - con justo derecho - al gobierno mejoras en el aspecto social (y por ende económico). Nada de eso sucedió. García prefiere ampararse en una política de estado que esta normada por leyes abusivas y en ocasiones innecesarias que vulneran los derechos de la gente. El enfrentamiento entre las fuerzas del orden y los nativos de la Amazonía llenó de sangre los titulares y las páginas de los principales medios escritos. Fuimos la sensación mundial por un “cuarto de hora” (por la falta de respuesta del gobierno a un problema que “como siempre” se pudo haber evitado de no tener autoridades soberbias y tercas). El Perú esta cansado de fracasos, no solo deportivos, sino también políticos, económicos y sociales. Hemos permitido que muchos usen a la nación como “conejillo de indias” para sus experimentos políticos. Hemos dejado que la clase política se llene los bolsillos de dinero tras cinco años de no hacer nada.
La política se ha convertido en la nueva forma de hacerse millonario en poco tiempo (sin necesidad de jugar la “tinka”). Los discursos han invadido la tranquilidad pública como los programas de televisión en esta ciudad. Nos gobiernan incompetentes y vulgares ladrones. Los apristas se pelean con medio Perú por creer que Haya de la Torre posee la verdad absoluta en sus libros y su ideología (la gotita milagrosa para la crisis peruana). Alan García ha mutado a una clase política distinta a las locuras que nos mostró en su primer gobierno. Un ex militar (algo loco), un ex presidente y economista (que vive fuera del Perú), otro ex presidente (y ladrón para variar) y una mujer (algo obesa) quieren llegar a la Palacio de Gobierno (sin tener en cuenta que puede aparecer algún “outsider” como ya es costumbre en nuestro país, ¿si o no Donayre? Todos ellos siempre salen con discursos. Palabras rebuscadas, inciertas, mentirosas que onnibulan a la gente. Vivimos del discurso diario (FRASES CÉLEBRES): “mañana será otro día”, “el próximo gobierno será mejor”, “elegimos mal”. Lo que veo es que en cada gobierno siempre hay un grupo de personas que viven muy bien por un “lustro” de tiempo. Nuevos millonarios que arreglan sus casas, compran propiedades, vehículos, se vacilan en fiestas sociales, tienen platillos variados en el menú para cada dia, viajan al extranjero – con familia incluida – de vacaciones, tiene privilegios para trámites burocráticos, viven de la “vara”, y se dan el lujo de utilizar los recursos del estado para sus necesidades inmediatazas (sea cual sea la razón, así sea para la amante).
¿Por qué le dicen discurso? Pues porque hemos permitido que nos den discursos por mucho tiempo.
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