La semana pasada, la noticia que concitó el interés nacional no fue el inclemente frio que azota Puno, menos la pelea entre Lourdes Flores y Alex Kouri por el sillón municipal, sino más bien, una especie de tragi-novela que se ha ido nutriendo de intrigas y suspicacias: los resultados de la prueba de ADN a la que fue sometida Constanza (la hija de Villanueva y Monserrat). Todo el “chongo” mediático que se formó en torno a estos 2 personajes (victimas del morbo popular que muy bien saben explotar los medios), terminó – por fin - con un documento que certifica que Constanza no es hija de “melcochita”.
La prueba no hace más que confirmar las declaraciones de la fenecida ex esposa del cómico, quien decía que la niña no podía ser hija de Villanueva porque hacia buen tiempo que este no se veía con “paraguay”. ¿En qué terminará esta novela? Por lo pronto, melcochita ha dicho que seguirá atendiendo a la niña. La que ha pagado caro los platos rotos ha sido Monserrat, quien ha tenido que aguantar comentarios de grueso calibre por su infidelidad (por decirlo de ese modo) y por su silencio durante un año. En las próximas semanas debe salir el resultado de una nueva prueba de ADN para comprobar si la criatura de dos meses que lleva Monserrat en su vientre es del cómico. Tremendo lio.
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