“Cuando era un chiquillo, que alegría. Jugando a la guerra, noche y día”. “Lady Laura, abrázame fuerte, Lady Laura, un cuento otra vez, Lady Laura”. “Que será de mi, necesito saber, hoy de tu vida”. Son algunas de las letras de las canciones del cantautor brasileño Roberto Carlos. Imbatible personaje que marcó mi infancia con sus producciones musicales. La primera vez que los escuche fue a los 5 años, cuando mi padre oía sus canciones después del almuerzo (en aquella época no existían radio La Inolvidable ni radio Felicidad). La sinceridad en su interpretación y la melancolía en sus letras hicieron que se convirtiera en uno de mis cantantes favoritos a tan tierna edad.
Y aunque no fue hasta segundo grado de primaria cuando recién lo vi por revistas y en televisión, siempre me lo imagine como un tipo de buen corazón, sincero al hablar y de una vida trajinada. Hace algunos días lo volví a ver en televisión y me di cuenta que han transcurrido más de 20 años desde aquel episodio. Él está más viejo, pero igual de risueño. Y yo estoy más gordo, pero igual de melancólico. Me entere que dará un concierto en Lima el 26 de abril (5 días después del cumpleaños de mi novia). Estaba considerando ir a verlo, ya que mi Lady Diana es una de sus principales admiradoras y suspira con sus canciones de antaño. Ojalá podamos cantar junto a él: “yo quiero tener un millón de amigos…”.
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