Un clásico deslucido y sin ideas fue el que vi ayer entre Universitario de Deportes y Alianza Lima en el estadio nacional, el cual lució un lleno espectacular en sus cuatro tribunas. En la previa al partido los jugadores merengues calentaban en los exteriores de los camerinos; a unos pasos, Chemo del Solar coordinaba con su preparador físico y su asistente algunas estrategias. La expectativa por el clásico no era tanta ya que los problemas dirigenciales de los equipos que compiten en la primera profesional han opacado la productividad futbolística sumiendo al campeonato en una mediocridad deportiva que no se veía años atrás (y que se ve reflejado en los resultados de la selección nacional).
Alianza Lima fue el equipo que dominó el encuentro y entró con iniciativa al gramado del remozado estadio nacional. Un descuido de la defensa crema permitió el primer y único tanto del encuentro mediante un zapatazo inatajable de Fernández. Después del gol el partido se tornó de ida y vuelta con más empuje que ideas. Ninguno de los conjuntos mostró un esquema táctico ni técnico que rompa el prototipo y la realidad de lo que es el campeonato local. Un fútbol improductivo y paupérrimo que demuestra las falencias de dos grandes del futbol nacional que tienen impagos a sus jugadores y trabajadores y que mantienen millonarias deudas con la SUNAT.
Víctor Hugo Rivera, árbitro del encuentro, se comió un penal (con todo y pelota) al chino Jiménez en el área blanquiazul. Penal que pudo haber emparejado las cosas luego de la expulsión de Ascues y que habría sido un justo final para un clásico colorido. Mención aparte merece el hincha peruano (de la U y Alianza), quien sufre en carne propia el vía crucis que padecen el plantel de jugadores, comando técnico y trabajadores (algunos impagos desde el año pasado). Días atrás Sergio Markarián le dijo “miserable” a un hincha por que este le pidió explicaciones de su trabajo con la selección. Si no se toman previsiones (una excelente salida seria privatizar o vender los equipos), el futbol peruano está condenado a sucumbir en la mediocridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario