Juan de Dios Jara leyó la biografía del ilustre visitante. Todos escuchaban omnibulados la desenfrenada y agitada vida periodística de César. Los periodistas (y no periodistas) trataban de registrar la mejor imagen para sus medios mientras que otros grababan en sus cámaras filmadoras los movimientos, gestos y muecas del menudo baluarte de la prensa nacional. Finalmente llegó el momento esperado. Hildebrandt hizo uso de la palabra. Básicamente dijo que la prensa (y los periodistas) debe informar con todo a pesar de las represalias y los problemas que puedan causarle al informante. “Necesitamos más de esos personajes (refiriéndose al cronista George Steer del New York Times), porque el mundo no ha cambiado para bien, en muchos aspectos”, subrayó durante su intervención.
La ceremonia llegó a su clímax cuando se le puso la medalla de distinción. Después de los flashes, los aplausos, el brindis y los saludos, se anunciaba una improvisada conferencia de prensa para los medios (al costado del Aula Magna). El periodista bajo raudamente de altillo del auditorio para dirigirse a la mesa donde iba a firmar los libros comprados por los asistentes (“Cambio de palabras”, reeditado por Tierra Nueva Editores y presentado el año pasado en la Feria del Libro Ricardo Palma). Los compradores fueron muchos. Hildebrandt (a mi parecer) lucia algo agotado y trasnochado. Firmó por espacio de 10 minutos (o menos) los libros, resguardado por tres guapas anfitrionas vestidas de turquesa, luego, se levantó sumamente ofuscado por el desorden y la aglomeración de gente a su alrededor (a los organizadores se les fue de la mano este impase). Yo estaba a centímetros del laureado hombre de prensa. Su rostro adusto y duro reflejaba molestia (estaba asado). Cuando paso por mi lado le escuché increpar a uno de los encargados del evento: “una cosa es una conferencia y otra un tumulto”. Sin más palabras que decir, Hildebrant salió por la puerta falsa (vamos a llamarla así) para abandonar el tumulto de gente. Se fue y no dijo adiós. No pude entrevistarlo (me la pase leyendo la entrevista que le hizo Pedro Salinas en su libro para tener con que “disparar” las preguntas y repreguntas). Se fue dejando atrás a las anfitrionas y a los periodistas mediocres de siempre (no todos claro). Se fue y ojala algún día vuelva para concederme la entrevista. Por ahora, tendré que seguir leyendo su blog y su columna.miércoles, 25 de marzo de 2009
VINO, HABLÓ Y SE FUE: HILDEBRANDT ESTUVO POR IQUITOS (OTRA VEZ)
Cada vez que César Hildebrandt llega a Iquitos provoca la misma actitud en la gente, admiración. Y no es para menos, Hildebrandt es – quizás – el mejor periodista que ha parido el Perú en el siglo pasado. Su larga trayectoria periodística (ha hecho de todo, prensa escrita, radial, televisiva) y su inigualable personalidad, le han valido el respeto tanto de “los de arriba” como de “los de abajo”. Sus programas han sido cancelados y censurados en varias oportunidades (gracias a la presión de los gobiernos afectados - por sus críticas - a los dueños de medios de comunicación). Su estilo se ha convertido en una especie de género, de marca, de copyright (como bien dice Pedro Salinas en “Rajes del Oficio”).
César Hildebrandt empezó en el periodismo a la edad de 19 años escribiendo en Expreso (allá por el año 1967). Luego paso a ser editor del suplemento deportivo del diario “Última Hora” (una crónica ficticia del partido entre el Internazionale Milán y Estudiantes de la Plata, como si hubiera estado en el mismo escenario de juego, cautivó a Ortiz de Zevallos que se lo jaló a otra sección). Pasó a Caretas con el tiempo y, Enrique Zileri, le encargo la ardua labor de entrevistar a las principales figuras de la política nacional. Trabajo que, “el chato”, acepto sin titubear. Cada semana había que entrevistar a un personaje distinto y, por ese banquete de preguntas, pasaron nombres como Arturo Pacheco Girón, Víctor Raúl Haya de la Torre, Juan Velasco Alvarado y Fernando Belaunde Terry.
Entrevistas que recopilaría más tarde en su libro “Cambio de palabras” publicado en 1981 (la primera edición). Hildebrant nació en 1948, es divorciado, tiene cuatro hijos, sufre de miopía y astigmatismo (como yo), lee frenéticamente y se levanta lo más tarde posible, le costo mucho adaptarse a usar su correo en Yahoo. Ayer arribó a Iquitos para ser distinguido – y nombrado – como Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana. La cita era al mediodía en la indestructible e inacabable Aula Magna de la UNAP. Llegue puntual (gracias a Piero). La gente estaba ocupando los últimos lugares disponibles. En los exteriores la gente le daba ese toque de "criollísima peruanidad" al evento.
No tuvimos que hacernos problemas con la “hora peruana” (si, esa que siempre nos recuerda nuestra peruanidad) ya que todos los relojes estuvieron sincronizados (todos fueron puntuales, felizmente). La mesa de honor estuvo ocupada por el nuevo rector de la universidad nacional loretana, Antonio Pasquel, y por el Decano de la Facultad de Educación, Juan de Dios Jara (entre otros “notables” de la fauna académica). Hildebrandt hizo su aparición escondido en un elegante terno color beige y usando sus clásicos lentes de medida de antaño. Alzo los brazos al público que lo recibió entre aplausos. Ocupó el primer asiento de la primera fila del auditorio. Sentado allí, con su mirada corregida por las lunas, miraba pasivamente la mesa a unos metros de él.
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3 comentarios:
El caballero de la Guerra
ohhhh :0
[…CH ayer fue declarado Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana y “Caballero del Amazonas en el Aula Magna de esta casa de estudios, y a pesar del disgusto que le tiene al “Chavo del Ocho” (y el cual no comparto) me siento contento por..]
http://muladarnews.com/2009/03/26/cesar-hildebrandt-declarado-doctor-honoris-causa-por-la-unap/
Pucha, amigo, valió el intento. Seguramente era bastante gente.
Buena nota de todos modos! Ojalá a la próxima logres entrevistarte!
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